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Habíamos hecho un trato. No íbamos a volver a vernos y nuestras pláticas iban a reducirse a murmullos o a cortesías que caen muy mal. Incluso me propuse no extrañarte, pero uno no puede elegir eso así de fácil.
No puedo negar el hecho de que te pienso desde que te vì por primera vez, y también he de confesar que te he imaginado desnuda. Me he imaginado tocándote, explorándote. Fijo mi mirada en tu cintura, me imagino dormido ahí, viviendo ahí.
Tus ojos brillaban cuando los veía, tal vez te emocionabas un poco, o prefiero pensarlo así, déjame imaginarme cosas, aunque sea mientras escribo esto. Déjame imaginar que me quieres y que quisieras que las cosas fueran diferentes, mejores.
A veces suenas ingénua, eso sólo me hace desearte más. Seguro crees que soy un pervertido, y estás en lo correcto, no lo voy a negar. Pero también estoy enamorado e ti. Me encanta que no vistas a la moda, me encanta tu sonrìsa perfecta y tu profundìsima flojera.
Soy muy tràgico y exagerado, no niegues que amas eso de mi, que amas cuando te miro a los ojos y te digo que me encantas y cuando de pronto te abrazo por detràs te beso la mejilla. Y en el fondo sabes que es cierto, que te extraño como nadie te va a extrañar jamás, que te quiero y que me encantaría hacerte enojar todos los días.
Ojalá pudiera escribir algo muy cursi pero no puedo, me gana la calentura y mi mente va directo a tus labios, a tus caderas soberbias y tu cabello extraño. Ya pues perdòn, me retiro y esta vez te quedaràs con ganas de que me quede.