Y ella entraba en un espacio denso, en un suspiro meridiano que no buscaba ni abusaba de sì mismo, de su magnìfica y, sobretodo, oportuna existencia. Ella me sorprendiò y yo pretendì inocencia. Ella coloca su cabeza en mi hombro. Yo no sospechè intenciones perversas. Y de pronto me muerde un labio y y sigo fingiendo inocencia. El espacio denso no distingue entre mi morbo y mi antigua coincidencia.
Ella estaba ahi, pero sólo esperabamos el peor momento, que es el mejor, para gozarnos indefinidamente, sin palabras ni condiciones.
Ella es histérica y besa suave con aparatosas mordidas que se intercalan. Boca- dientes- boca -dientes. De pronto soy el caramelo predilecto, una golosina.
Las golosinas tarde o temprano se agotan.
Ella me tiene cautivo y yo sigo fingiendo inocencia.
Ella se queja de que la radio tiene mala mùsica, hay alguien más en el coche, pero es lo de menos. Hoy es lo de más.
En un espacio denso ella sabe caber bien, acomoda mis intereses sin que tropiecen con los suyos. Los de ella misma de si para si. En un momento perverso la inocencia no me pide permiso para sermonearme. Y evito ser moralista. Hoy desperè pensando en lo que no se debe. Hoy perdì.
Hoy perdì el contacto con la perversa, con ella.