Wednesday, January 07, 2009

Vainilla

Tu rostro estaba todo mojado. Tu boca sabìa a sal y cerveza, màs càlida que de costumbre. Toda tu cara se pone muy caliente cuando lloras. ¿A dónde vamos?, es tu cumpleaños pero yo no quiero llevarte a ninguna fiesta. Quiero decirte tantas cosas en tan poco tiempo, siempre tienes que irte. No sè còmo es que en mi cabeza cabìa tanta mierda. Solemos pensar que lo nuevo es mejor sòlo por ser nuevo, por oler diferente y calzar de otra manera. No quieres bajarte del carro. Recuerdo que cuando te conocì te hice bajar rapidìsimo de èl, te abrì la puerta y te bajè casi violentamente, y azotè la puerta, eso sì muy violentamente. Ahora quisiera que violentamente decidieras quedarte y que se te olvidara hasta tu nombre. Quisiera abrazarte pero ya a ninguno nos queda un ùltimo cariño. No es que el viejo hedor de nuestras culpas me moleste, es que no aprendimos que valìa màs todo lo que no nos dijimos. Por favor no te despidas, dime como solíamos "chau... es que suena bien feo adios", y un "hasta luego" suena tan falso. Ni siquiera puedo justificarme diciendo que lo hago por ti, mucho menos que es lo mejor. Se acaban las cosas, para no cubrirlas de discursos. Te digo que se acabó la última hoja, sólo para que no esperes nada más de mí. Tal vez eso sí es lo mejor que puedes sacar. Olvidar lo más pronto posible para pasar rápidamente (aún más rápidamente) a lo que sigue. Olvidé mi disco de Vainilla en tu coche, el último que escuchamos juntos. Cuando por fin cierras la puerta me digo a mi mismo que ya no te extraño más.

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