Friday, September 14, 2007

si no me publican entera esta me awito, me quedò bonita

Lo inesperado, poco común y, hasta cierto punto, bizarro en la política actual del estado ocurrió hoy en la ciudad de Sahuayo… vamos por partes.

Salvador López Orduña, candidato al gobierno del estado, connotado panista, amiguísimo del distinguido (sin comillas intencionalmente) Felipe Calderón Hinojosa, llega a la ciudad directamente al palacio de gobierno. Aquí en un, maquiavélicamente bien planeado, acto de “apertura y civilidad” se encontró en una visita de cortesía, con el Presidente Municipal Rafael Sánchez, priista. Y es que “todos michoacanos, todos amigos”, dice Sánchez.

Ahí, también acudió el que tal vez es el más importante, por no decir el más cuerdo, colaborador de campaña de López Orduña, el Diputado Benigno Quezada, “el que se bajó del caballo”. Él menciona que procuran “tener el mayor número de acercamientos”. Al fin y al cabo, sólo pasaba a saludar y a posar para los medios como buenos amigos y para reafirmar el hecho de que a Chavo le “gusta trabajar en la pluralidad”.

En entrevista posterior al encuentro Rafael Sánchez comenta que “son otros tiempos para el PRI”, al contestar si tal encuentro le podría traer consecuencias poco cordiales con la dirigencia de su partido tricolor. Y a la pregunta obligada sobre cuál sería su voto comentó casi sarcástica, casi cínicamente, “la ventaja del voto es que es libre y secreto”. Entrelineas dejaba ver una preferencia poco clara, al también mencionar que “como priista quiero que gane mi candidato”, pero después también dijo que “va a haber muchos que se brinquen de un lado a otro”. Lo bueno es que “es sólo una visita”.

Al recorrer el mercado municipal la cosa se puso más “peliaguda y chida” como dijo un comerciante después de presenciar semejante escena…

Y es que lo que parecía ser la parte de la película que ya todos vieron: Chavo recorriendo el mercado, saludando a los comerciantes y prometiendo “mejores canales de comercialización de sus productos” y apoyos a sus hijos que lavan coches y sus maridos que le dan a la “albañileada”; Chavo Posando para sus camarógrafos con niños, ancianos y discapacitados (seguramente para los spots publicitarios que saldrán en las próximas semanas); Chavo de un lado a otro entre verduras, bermudas y tangas. Entonces en uno de los pasillos se deja ver a unos 70 metros un grupo de jóvenes regocijados, al borde del éxtasis y euforia, de color amarillo.

El inesperado suceso se intentaba evitar por el equipo de campaña y los de logística. Pero el candidato blanquiazul en una temeraria muestra de valentía o “civilidad” como él dice, decidió, cual caballero medieval, seguir de frente y encontrarse con su contrincante electoral Leonel Godoy.

Iba al frente del contingente “como un líder debe ser” (así lo describió en posterior rueda de prensa), cuando los dos grupos se encontraron, al principio, sólo iban los “chavos de Godoy”, a los que saludó con una sonrisa, un poco “disfrazadota” como dijo uno de los simpatizantes del sol azteca.

A la mitad del contingente perredista ocurrió lo que pocos pudieron siquiera imaginar, “el Chavo frente a frente con el Godoy”. Como en una película de presupuesto digno de George Lucas, o ya “de a perdis” Iñárritu, ocurrió una secuencia en slow motion (o cámara lenta, por si el spanglish marca televisa no es su dialecto preferido), Salvador López Orduña estrecha la mano de un siempre sonriente Leonel Godoy y hasta abrazo hubo. Y todo esto mientras una horda cuasi-vikinga de fotógrafos y reporteros, nos abalanzábamos entre la marea de simpatizantes que parecía una mezcla de lo mismo pero de dos marcas diferentes, en pocas palabras imagínese un vaso con una mezcla de sal de uvas y la pastilla eferfevesente.

Al finalizar la escena, fue como si nadie se diera inmediatamente cuenta de lo que acababa de acontecer.

En la rueda de prensa que precedió a una comida de simpatizantes y militancia panista el señor López… Orduña (aclarando) aun no podía borrar cierto semblante anonadado. De repente las preguntas obligadas ya no fueron sobre las reformas fiscales y lectorales, o sobre propuestas, esas quedaron en segundo plano. Cuando se le preguntó sobre el encuentro y su reacción comentó atinada, y oportunamente “el enemigo no son los otros candidatos, sino la pobreza y la marginación” (alguna buena declaración tenía que salir de semejante escena). “Fue una muestra de habilidad ─ tal vez quiso decir amabilidad pero le falló ─ de mi parte”.

Ya con los ánimos más calmos se le cuestionó sobre las reformas en el IFE y mencionó que “los jugadores sacaron al árbitro”. También se manifestó en pro de otorgar la facultad a los gobiernos estatales para decidir “si se aplica o no el aumento” a la gasolina, después de hacer estimaciones buscando no afectar los bolsillos de la población (que mayoritariamente gana el sueldo mínimo, o menos). “Lo demostraría siendo candidato” como aseguró en entrevista anterior. Y es que los aumentos “los acepto porque se necesita el dinero”.

Habló de el apoyo a los municipios en obras públicas, dijo que otorgaría “dos pesos por un peso” de la inversión municipal. “Estamos sentados en una piedra de oro, tenemos que levantarnos y hacerle cortes”. Por nuestro propio bien esperemos que no hable de la canasta básica.

Para finalizar el día, victorioso, como él mismo se siente, aclaró que no es “fanático de las encuestas” y que espera, al final de la contienda, ganar con un “60% de los votantes”.

Si así empieza la película, esto se va a poner muy interesante… o deprimente.

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